El territorio es un concepto que se ha tejido a partir de diferentes perspectivas: desde los aspectos fisiográficos – clima, morfología, suelos, vegetación, interacciones entre estos componentes y su ubicación en categorías ecológicas – hasta la visión interdisciplinaria unida a la cultura propia de cada espacio-tiempo-historia y la red de relaciones que lo sustentan, en la cual, las dimensiones ético-espirituales, políticas, económicas, sociales y ambientales se constituyen en componentes conceptuales definitorios.
Dentro de la globalización dominante, el territorio se ve sometido a transformaciones continuas resultantes de la acción técnico- social-económica-política de los seres humanos que lo habitan, marcado por la revolución del conocimiento desde lo planetario hasta lo regional y local, con efectos más evidentes en algunos países que en otros. Los procesos sociales que se desenvolvían en las regiones, especialmente con agricultura familiar, han pasado de una cosmovisión aparentemente simple – teóricamente, pues nunca han sido sencillos, pero sí muy regionales y locales – a una ruta predefinida, manipulada y no apropiada a sus realidades, articulada al paradigma del progreso y/o desarrollo atravesado por la revolución verde.
En Colombia, el concepto de territorio desde la interdisciplinariedad está sujeto aún a procesos constructivos y todavía es persistente la connotación más bien de espacio y la denominación como “tierra”, al haberse desconocido los procesos sociales, culturales, económicos, políticos, ambientales que caracterizan y acompañan la territorialidad. Se requiere reconocer los valores solidarios, de cooperación de la vida digna, de la cultura que son los que realmente construyen el concepto de territorio, de madre tierra ligada a lo social. Entonces, el territorio realmente es el reflejo de las dinámicas históricas, ético-espirituales, socioculturales, económicas, políticas y tecnológicas, entre otras, que cada grupo social moldea para cumplir con los objetivos de una vida digna y con opción de futuro para las nuevas generaciones a partir dee la agroecología.
En el congreso de CIMAC se invita a compartir experiencias significativas donde la agroecología haya orientado, desde su multidimensionalidad y respectivos principios, las iniciativas para avanzar o consolidar su apropiación y quehacer en los territorios, principalmente desde las comunidades o en su interacción con otros actores afines que propendan por su buen vivir.